El Bosque Siberiano

La extraordinaria experiencia de entrar en un bosque de cedros

Entrar en la profunda y misteriosa taiga, el paraíso de los cedros, es cruzar un umbral sagrado donde la belleza y la solemnidad parecen surgir de la nada. 

La majestuosa presencia de los cedros te da su solemne bienvenida y un aire fresco, puro y cargado de energía que invita a unirte plenamente a este intrigante espacio sagrado de belleza natural.

Al adentrarnos en la taiga, una sensación inmediata de grandeza invade nuestra conciencia. Es tan potente que lo único que uno quiere hacer es seguir caminando por el bosque, para ver todo de nuevo, tocar y ser tocado por tanta magnificencia. Al presenciar semejante espectáculo sientes que ya formas parte de la inmensidad de la taiga; la experiencia tiene tal magnitud que te pone en conexión directa con el infinito.

Un Árbol excepcional

La primera sorpresa que llega a nuestros ojos es la extraordinaria altura de los cedros. La suave cascada de luz que cae entre sus ramas baña de humildad al ser humano y le bendice con solemnidad. Cuando estás entre esos gigantes y amorosos cedros, sientes que estás siendo guiado por una profunda inteligencia que va más allá de tu comprensión. Surge una necesidad inmediata de inclinarte ante ellos desde la más profunda reverencia y gratitud.
Rodeado de un entorno exuberante, el cedro es el gran patriarca de la taiga, el árbol sagrado, totémico y medicinal de las culturas indígenas de Siberia desde hace milenios. Es la grandeza de un árbol que de forma solemne y generosa entrega al hombre todo aquello que necesita. 

¿Cuál es el secreto de que los árboles y las plantas silvestres de Siberia tengan unas propiedades tan excepcionales? 

La ciencia nos dice que el cedro siberiano es uno de los árboles más ricos en componentes fitoterapéuticos activos que existen. Es debido a que en Siberia crece una vegetación muy rica y única en el mundo en su forma original y primitiva. Para sobrevivir a la Edad de Hielo, los árboles y plantas silvestres han tenido que desarrollar un gran potencial. Para adaptarse al riguroso frío y viento y sobrevivir en esas condiciones extremas, los árboles y las plantas han generado desde hace milenios grandes concentraciones de aceites esenciales y nutrientes, desarrollando unas propiedades terapéuticas excepcionales, que sus habitantes han aprovechado desde la Antigüedad para preservar su salud y mantener al máximo todo su potencial físico y espiritual.